Instituida en 1272, parece que en principio tuvo un templo bastante reducido, lo que obligaría a que de construyese una nueva iglesia, cuya obra se ha relacionado con Hernán Ruiz II, aunque su dilatada realización supone, lógicamente, la intervención de otros maestros y, de hecho se da el nombre de Juan de Ochoa para alguna construcción tardía del edificio.
Se inició en 1559 y treinta años después se hallaba a medio construir, lo que explica que no se pusiera fin a su construcción hasta el siglo XVII, correspondiendo a esta última fase la parte de los pies: la fachada, torre y portada. Dada la cronología, no se eligió el estilo medieval que se mantuvo vigente hasta el siglo XVI. Con un espíritu mas tridentino, se prefirió para el templo una disposición que permitiera una mayor unidad espacial y, consecuentemente, mejor visión y audición, concibiéndose como una gran nave con capillas laterales alojadas entre los contrafuertes.
Su amplio interior de cantería ha perdido mucho al desaparecer la primitiva bóveda y la cabecera en forma de exedra semicircular. No obstante, siguen hermoseando en dicho interior las bellas portadas del Seisciento que se consevan en las entradas de algunas capillas.
El exterior resulta muy espectacular, con el largo buque de galería jalonado lateralmente por una apretada sucesión de contrafuertes, como si fuera un templo gótico catalán.
A los pies, su desnuda fachada se remata en un gallardo cuerpo de campanas muy clasicista. Se estructura mediante el conocido esquema de la Serliana, es decir, un vano de medio punto se acompaña de otros adintelados, todo ello articulado por pilastras toscanas. su dependencia respecto del campanario de la torre de la catedral de Córdoba y, sobre todo, al de la iglesia de San Juan Bautista de Hinojosa del Duque, no puede pasar desapercibida y justifica el que se haya pensado en Juan de Ochoa como el autor del proyecto. La torre está inconclusa, dado que el proyecto contemplaba un piso más de altura.
Bajo la torre se abre un profundo nicho que cobija la portada. Ésta, de noble composición, se distingue por su pareja de columnas jónicos, las cuales soportan un frontón curvo roto con pequeñas volutas. Todo esto hace de la iglesia una importante muestra de la arquitectura cordobesa entre los siglos XVI y XVIII.
Entre los singulares privilegios de que goza esta iglesia, merece mención especial, por ser el único en la Cristiandad, el jubileo concedido por Pío IV el 15 de mayo de 1564 a petición del belalcazareño Fray Miguel de Medina, durante su magnífica actuación en Roma. En virtud de este privilegio se alcanzan las mismas indulgencias y gracias espirituales que durante el Año Santo se obtienen visitando la Ciudad Eterna, con la particularidad en favor de Belalcázar de poder alcanzarse dicho beneficio durante dos días de cada año: la Asunción de Nuestra Señora y la Dedicación de San Miguel.
A la parroquia hay que unir dos conventos franciscanos de finales del s. XV, ambos fundados por los condes de Belalcázar.
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